Y estas estúpidas lágrimas me hieren, me hacen sentir débil, me hacen creer que los demás tienen razón. No soy nadie, un simple charco; No, qué va, ni eso. Tal vez un par de regueros de agua demasiado salada que todo el mundo pisa.
Y aún así, obviando lo inferior que me hacen sentir, me liberan. Me queda la sensación de que adentro ya no hay nada, un vacío, un fui que ya no volverá a ser. Un dolor profundo que me consume día a día y que se manifiesta en una estúpida lágrima.