Poesía barata y pensamientos al azar

Misiva

Ciudad "X", año 18 de mi existencia. 

Estimado residente de la habitación 29,

Me alegra mucho que le haya gustado el libro que le recomendé en la misiva anterior. Espero que su lectura continúe tan placentera como hasta ahora. 

La postal que ha enviado me ha resultado intrigante. No tenía la menor idea que desde su habitación se pudiese ver el mar. Y el contraste entre el color de éste y el del cielo es realmente impactante. Algún día debe decirme exactamente en qué ciudad se encuentra para así poder admirar tal belleza en vivo y en directo. 

El tema que me ha inspirado hoy para escribirle es mi nombre. Sé que usted no sabe cuál es, aunque sospecho que ya lo ha adivinado. Sin embargo, me hace ilusión que lea con devoción (o aburrimiento, lo que prefiera) lo que tengo que decir sobre él. No es tedioso (o eso espero) pero si su deseo es saltarse esta parte, bienvenido sea usted. 

Empezaré diciendo que tengo dos nombres y dos apellidos, como la mayor parte de la población occidental. Y que la combinación de los cuatro no resulta ni fea ni estrafalaria y, ciertamente, hasta suenan bien cuando los pronuncio en voz alta. Porque usted sabe que hay ciertas cosas que suenan mejor en la mente que materializadas en sonido. 

Los nombres de pila no fueron ningún accidente o error del notario. Mi madre y mi padre –debo admitirlo, no sin cierta reticencia- pensaron con claridad ambos. Y aunque el resultado final fue el cuasi-nombre de una actriz muy famosa por allá en los años 90 que hasta cantante resultó siendo no me puedo quejar porque feo no es. 

Mi primer nombre viene de una palabra latina que significa “victorioso” y según entiendo, en la antigua Grecia se coronaba a los ganadores con hojas de laurel y el equivalente en griego es Daphne. Aunque en eslavo se refiere a monasterio. Y supongo que harán referencias a la consagración, la disciplina y todas esas cualidades que, como persona, yo no tengo, por el momento. 

Como dato adicional, déjeme decirle que es título de 22 canciones, el nombre de un planeta menor en el cinturón de asteroides y hay una banda australiana que lo tiene por nombre. Además, es un personaje del libro “El perfume” de Patrick Süskind. Al parecer es bastante común en el mundo. 

Como buenos católicos que son mis padres, el segundo nombre hace referencia a la biblia y literalmente significa “que pertenece a Cristo” aunque esto no lo pueda afirmar de mi misma. 

Lo llevan infinidad de personas, santos y hasta una reina de Suecia. Por lo general es asociado a individuos de “fuerte personalidad, racionales y de gran sentido común[1].” Y eso sí lo puedo aplicar a mi persona. Aunque no es factible creer que por tener tal nombre vas a ser exactamente como lo dice una página de internet. En fin. 

Ambos apellidos son de origen español y, curiosamente, provienen de la provincia Santander al norte de España, más concretamente en Cantabria y se expandieron por las Indias durante la primeras incursiones de Colón al continente. 

Realmente, me harta escribir de mis apellidos puesto que no los considero importantes. Me da igual tenerlos o no o si quienes lo generaron eran unos españoles ricachones que tenían como mil castillos regados por toda la península ibérica. Total, no soy heredera de ninguno de ellos. 

En general, mi nombre no tiene ningún significado especial para mi; tampoco es que desee tener otro o que sueñe con cambiarlo por uno más sofisticado, ni mucho menos. Simplemente, me he acostumbrado a él y es difícil, para mí, verme con uno distinto. Supongo que si me hubiesen bautizado de otra manera pensaría exactamente igual. 

En fin, no deseo aburrirlo más con tanta cháchara vacía. En su lugar, lo invito a que la próxima carta que reciba de usted sea un poco más extensa que la anterior. 

No se le ocurra retribuirme el favor escribiendo de su nombre, es un embrollo todo el asunto y no quiero quedarme dormida a la mitad del escrito. Sugiero que escriba más sobre su encierro voluntario, que tanto me cautiva. 

Reciba usted mis más sinceras consideraciones, quien es suya, la chica de la camisa azul. 
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