Poesía barata y pensamientos al azar

Marzo 5

Es difícil no tomarse las cosas a pecho, las miradas, los gestos. Me imagino esta película en mi cabeza en la que no le agrado a las otras personas que a veces conviven conmigo, normalmente sale de alguna interacción en la que fui incómoda como persona—de esas que me tienden a pasar tanto y no sé cómo evitar—y por eso es que huyo de las interacciones sociales, porque creo que la gente me habla por cortesía y nada más, porque no creo que tenga algo que ofrecerle a los demás y ellos lo ven, y luego resulta que la gente sí se mantiene alejada de mí porque construyo un muro entre ellos y yo que se torna impenetrable y lo sé, lo hago para protegerme pero oh, demonios, cuánto ansío que alguien se interese lo suficiente para tumbarlo pedacito por pedacito pero no pasa. 

Nadie sabe quién soy, ni mi familia, ni mis amigas de internet, ni yo misma, a veces. Siento que cuando voy a hablar con alguien tiendo a analizar a la persona y decidir qué máscara usar, como si tuviera un clóset repleto de ellas en mi cabeza y yo las conociera todas, excepto mi rostro—nunca mi rostro. Y a veces me frustra, más cuando estoy sola tratando de arreglar el desastre en que he convertido mi vida pero encuentro que no lo hace cuando estoy rodeada de gente, es un escudo, una forma de analizar a los demás sin que hagan lo mismo, sin que juzguen mi yo verdadero. Suena frío, yo sueno fría, calculadora, falsa, pero no sé, es cómodo eso, como vestirse todos los días.

¿Se supone que deba cambiar esta actitud, esta compulsión? No lo sé, no tengo ni la menor idea.