Eh, diario, hoy parece ser que escribiré incoherencias. Solo quiero aliviar este peso asfixiante que se posó en mi ♥.
Quiero olvidar.
He recordado la alacena de Harry Potter y no he podido evitar sentirme como él, sufriendo el estigma de saberse no querido y preguntándose el porqué. Sus estúpidos tíos son como mi vida: pesados, hipócritas y comunes.
Extraño a Maryam un montón. La extraño, maldita sea. Jamás aproveché su confianza y me callé todas esas cosas que tenía por dentro; pero saber que estaba ahí, con su silencioso modo de mirarme, desarmarme y reconstruirme me consolaba. Ahora esos recuerdos duelen, me queman la garganta porque las cosas nunca volverán a ser así de simples nunca más. Somos dos malditas extrañas—familiares, demasiado diferentes a lo que alguna vez fuimos.
Ella, con su vida de ensueño al alcance de la mano: a punto de finalizar su segundo semestre en la carrera que siempre soñó, cómoda con sus decisiones y consigo misma, repleta de nuevos y viejos amigos y relaciones florecientes y otro montón de porquerías emocionales que a mí me lastiman. No es perfecta, claro, ¿porque quién lo es? Sí, a veces se pelea con su mamá y su hermana y tal vez odie un poco (bastante) a su ausente padre pero, seamos honestos, ninguna relación familiar es perfecta.
En cambio yo… yo tengo mis dudas e indecisiones, estudio algo que no me gusta, mis notas son mediocres, no socializo con nade, no sé qué quiero hacer con mi vida y cargo un equipaje demasiado pesado autodenominado “soledad” que odio cada día más, diario. La odio pero la necesito porque sin ella no soy nada, estoy vacía. La estúpida soledad y yo somos amantes co-dependientes. O más bien, soy yo la dependiente y ella la que se aprovecha y me manipula.
No sé cómo alejarme de todo esto, coño. Me viene a la cabeza “mátate” pero eso no hace nada para aclararme.
¿Qué es lo que me hace falta? ¿Audacia, hipocresía o cinismo tal vez?
Alejé a mucha gente con mi acidez y ahora ya no quiero acercarme a nadie por miedo al rechazo y me pregunto si debo cambiar eso o agradecer que sea así porque no estoy rodeada de idiotas o intolerantes.
Ya no sé qué es lo que me pasa pero probablemente pase los siguientes años de mi vida sola como una ostra por miedo a depender de alguien más que sólo me manipulará y me desechará como una servilleta untada de crema de chocolate. Mierda, ahora tengo hambre y ansiedad.
Adiós, diario, esto no me está haciendo bien, me siento peor que al principio.