Poesía barata y pensamientos al azar

"En todas las ficciones, cada vez que un hombre se enfrenta con diversas alternativas, opta por una y elimina las otras (...). Crea, así, diversos porvenires, diversos tiempos, que también proliferan y se bifurcan."

Jorge Luis Borges



Como consumidores compulsivos de historias—sea cual sea su formato—sé que alguna vez hemos soñado con cambiar un diálogo en una película, matar un personaje de algún libro que odiemos o explorar una puerta abierta dejada en una serie, así no lo aceptemos. O sino pregúntele a E.L. James, la autora de Cincuenta Sombras de Grey, cuyo universo inició como una historia basada en Edward Cullen y Bella Swan, personajes creados por Stephanie Meyer y que llevaba por título Master of the Universe antes de ser publicada.

Este fenómeno tiene nombre: fanfiction o ficción de fans—aunque si somos sinceros, ningún hispanohablante utiliza esta variante. Pero, ¿qué es? El fanfiction se refiere a los trabajos escritos, en su mayoría, inspirados en universos ya creados, libros, películas, series, mangas u otros elementos de ficción. Esto quiere decir, que los seguidores de determinada ficción utilizan personajes, situaciones e historias originales para escribir otros trabajos, dándoles un giro nuevo.


El fanfiction no es reciente, ni siquiera se remonta al siglo pasado. La publicación de libros data desde el siglo XV cuando Johannes Gutenberg utilizó su imprenta para reproducir La Biblia, aunque hay quienes lo discuten mencionando que el primer libro impreso es El diamante de Sutra, publicado en China en el año 868 d.C. Sin embargo, el término "derecho de autor" no es tan reciente, su primera aparición es en El Estatuto de la Reina Ana en el año 1710 al permitir "(...) la protección a los ejemplares de libros impresos, a los autores o a los compradores de dichas copias, durante la vigencia mencionada en la misma." Este documento fue la primera reglamentación para la reproducción legal de libros manteniendo la propiedad intelectual. Antes de eso, la noción de derechos de autor se reducía a que el autor escribía una obra, la vendía (obteniendo una parte minúscula de las ganancias), el editor se llevaba la tajada más grande y era perfectamente legal que cualquier aparecido escribiera y vendiera una secuela de la obra. Por eso encontramos derivados de libros como El Quijote de Avellaneda de Alonso Fernández de Avellaneda—obvia referencia a El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha—, Frankenstein Desencadenado de Brian Aldiss—cuya publicación fue un homenaje a la obra de Mary Shelley— y más recientemente podemos mencionar Orgullo, Prejuicio y Zombies de Seth Graham-Smith.

Sea cual sea la razón que nos inspire a crear fanfiction, éste existe. Que sí, la calidad de la mayoría es discutible y que sí, tal vez los escritores de fanfics seamos consideramos "el fondo del barril de los escritores" no sólo por seguidores de la saga sino por algunos escritores como Anne Rice que no permite que ningún alma escriba sobre sus vampiros—claro, hay gente que lo hace, aun si no cuentan con el beneplácito de ella—también se le suman G.R.R. Martin y Úrsula K. Le Guin afirmando que el usar los universos y personajes por otras personas no es más que una "intromisión literaria".

Por el otro lado, hay quien lo acepta, como J.K. Rowling, quien no tiene problema siempre y cuando los trabajos no se vendan y Orson Scott Card, que al principio lo rechazaba pero después cambió de opinión al mencionar que "cada fanfic escrito está publicitando mi libro. ¿Qué clase de idiota sería si quisiera que desaparecieran?". Y esto se refleja en las miles de obras que han generado revisiones escritas por apasionados de ellas y que, en muchas ocasiones, repercutieron en la difusión y popularidad de la obra original, un ejemplo de esto son los relatos basados en Alicia y el País de las Maravillas, cuyo autor es Carroll y que durante los siglos XIX y XX rondaron por el mundo literario, contribuyendo en gran manera a su éxito.

Aunque el debate legal sobre el fanfiction sigue en pie y hayan tanto detractores como defensores del tema, no cabe duda que esta corriente literaria coge más fuerza a cada día que pasa. Se escribe como hobby, como ejercicio literario y como aprendizaje propio. El ser humano tiene la capacidad maravillosa de pasar gran parte de su vida metido en un relato de ficción, tiene la necesidad casi compulsiva de sacarse esas ideas de la cabeza y transformarlas en mundos extraordinarios nacidos de un sueño o una situación pasajera, pero no hay que negar que no podemos eliminar de la mente la ficción que ya se ha consumido y que parte de esos momentos donde nos imaginamos como otros personajes y viviendo otras vidas no son siempre una invención propia.

¿Es realmente el fanfiction algo malo? ¿Por qué invertimos una cantidad excesiva de tiempo en universos ajenos en vez de crear uno propio? ¿Sirve de algo o es un ejercicio inútil? Parece ser que como hobby es aceptable, pero no como modo de vida.

Aunque muchos autores expresen su apoyo al trabajo incesante del fandom siempre queda ese "deberían dedicar mejor sus esfuerzos a crear universos propios" que plantea Stephanie Meyer, y cabe aclarar que no todos los escritores de fanfiction quieren ser profesionales, ni publicar con editoriales de renombre.

Durante mi viaje por diversos fandoms y comunidades blogueras estos últimos seis años, he encontrado muchos escritores de fanfiction que se dedican a ello por disfrute propio, por "pasar el rato" y/o para divertir a algunas personas. Es cierto que como ejercicio de escritura es pasable y hasta recomendable pero no todos aspiran a ser el próximo Gabriel García Márquez, algunas veces es sólo plantear universos alternos y posibles salidas, estimular la creatividad y la imaginación porque el simple hecho de planear cada pasito a seguir hace que pensemos más, es una actividad comparable a resolver un rompecabezas gigante.

Como escritora de fanfiction, puedo decir que lo hago no sólo para divertir a mi pequeña legión de lectores sino porque quiero ser algún día escritora profesional. Escribir fanfics me ha permitido descubrir mi estilo y resolver esa gran interrogante de "cómo carajos voy a hacer esto", al mismo tiempo me ha ayudado a mitigar el miedo a publicar y por ende, me incita a seguir escribiendo, mejorar el contenido y sacarme más ases de la manga. Esto lo hizo Cassandra Clare por allá en el 2001 cuando, escribiendo su fanfic más popular, La Trilogía de Draco, logró armar la trama de lo que es hoy Cazadores de Sombras y no parece haberle ido tan mal si tenemos en cuenta que se está produciendo una serie de televisión inspirada en ella.

A lo que quiero llegar con todo esto es que, a pesar de ser una vertiente de la literatura estigmatizada y denigrada no deja de existir ni de ser válida, está ahí, en algún lugar oscuro y remoto de la web, crece cada día y genera controversia a cada paso que da. No puede ser considerado inútil en tanto un escritor lo necesite y escribir nunca será en vano.