Lo leo y no lo creo, lo releo y no lo resiento. O eso creo.
No sé dónde estarás, ni qué estarás haciendo. No sé si seguiste con tus sueños o te diste por vencida. No sé porqué lo nuestro se arruinó, por qué nuestra amistad se enfrío. ¿En dónde quedaron esas horas de camaradería, risas y estupideces? ¿En dónde quedó el amor que nos profesábamos? El mío está guardado en la cajita de recuerdos y sentimientos en el fondo de mi corazón, ¿qué hay del tuyo?
Fuiste, sos y serás mi primera: mi primera amiga, mi primera mala experiencia, mi primer risa sincera, mi primera maestra, mi primer amor, mi primer corazón roto.
Te amé como nunca antes había amado a nadie, te confié los mejores momentos de mi pubertad, mis secretos, mis miedos, mis sueños prohibidos.
No me arrepiento de nada, bueno, tal vez me arrepiento de haberte dejado ir, de no luchar por lo nuestro, de rendirme ante lo inevitable de una separación, de no conservar tu número telefónico.
No tengo derecho a recriminarte nada, sólo quiero que estés donde estés me lleves contigo, en tu corazón, en algún pensamiento idiota porque, créeme, yo lo hago ahora más que nunca.
Gracias, amiga.