Por los poros del goce se introduce el dolor,
cae escarcha de lágrimas sobre el espejo oscuro,
las esquinas entonan una triste canción
de dioses descendidos a las tumbas del mundo;
surgen blancos destellos con prístino fulgor
del edén venturoso, del ángel incorrupto,
y brota en las entrañas el agua del perdón
como el caudal profético del bíblico diluvio.
Emma-Margarita R. A.-Valdés.